¿Recuerdas aquella vez que mamá te reprendió por alguna travesura y buscaste consuelo en tu padre?
En casa, desde pequeñitos, siempre hemos tenido aliados. Si no nos gustaban las prohibiciones que nos hacía nuestra madre, inmediatamente íbamos corriendo en la búsqueda desesperada de aprobación. Tal vez de papá o del abuelo, el tío cercano, nuestro hermano mayor o tal vez, simplemente, ese alguien más que nos calmaba las rabietas.
Esa persona, mi padre, el que saber calmar mis ‘rabietas’ , me enseña mucho y por eso lo admiro. La primera vez que ‘Lalo’, nuestro perrito, murió, yo tenía 5 años y no entendía qué había pasado. Yo solo lloraba. Papá me enseñó que la vida es un ciclo, donde uno nace, vive y en algún momento tiene que morir. Y lo que siempre me recalcó fue el proceso de vida y el legado que dejamos.
Me contó que la vida puede ser maravillosa si sabemos valorarla. Y que respetar a los seres vivos a mi alrededor era la pieza clave para mantener una convivencia sana. ¿Cómo? Pues adoptando costumbres y hábitos saludables que muestren el respeto a los demás y a la naturaleza. Eso me enseñó él.
Años más tarde, fui de vacaciones con mi familia. Estábamos mi madre, mi padre y mi hermano en una playa de Valencia. Vimos tristemente el exceso de desechos plásticos que cubría parte de la orilla. Mi padre, siempre enseñando con el ejemplo, se levantó y nos animó a limpiar, esa tarde, la orilla del mar. Nos dijo: “En vez de preocuparnos tomemos acción. Así más gente nos seguirá”. Y sí, más gente se unió a recoger basura con nosotros. Esa tarde en la playa fue increíble.
Hoy, estas enseñanzas impartidas con amor y respeto las llevo en mí y quiero agradecerle el infinito. Tengo ideas y sé que a él le encantan los detallitos, mientras sean útiles y respetuosas con nuestro medio ambiente.
Se acerca el día del padre y yo solo quiero celebrarlo a él, por ser como es y retribuirle todo el amor que él sembró en mí.
¡Feliz día papá!
– Ale
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